Evangelio de Judas: Una oportunidad para reforzar nuestra fe

Todo el mundo ha sido revolucionado en las últimas semanas, por las repercusiones que ha causado el llamado Evangelio de Judas. El manuscrito hallado en la década de los setenta, es motivo de conversación en la vida cotidiana, incluso por aquellos un tanto ajenos a la fe. Ha sido comentario obligado de programas de televisión y de reportajes en distintos medios. El tema va a seguir en primera plana, sobre todo cuando el clima está muy sensible frente al próximo estreno de la película del Código da Vinci, otro “mensaje” muy controversial que se enfrenta a la esencia del cristianismo.
¿Qué es lo polémico de este Evangelio de Judas? En esencia, vendría a cuestionar el propio espíritu y raíz del cristianismo, cuya figura central es Jesús, quien entregó su vida por amor a la humanidad. El escrito revelaría que en esto, Judas tuvo una participación decisiva, pero de una manera distinta a la relatada en la Biblia. En ésta, se dice que el discípulo traicionó a Jesús y le había entregado a las autoridades de ese entonces. En tanto, el manuscrito hallado revela que Judas fue relevante para que Jesús finalmente concretara su misión. El propio Señor le habría pedido explícitamente que lo traicionara para cumplir con el propósito de Dios. Visto de esta manera, se cuestiona la propia figura de Jesús y confronta la esencia del mismo cristianismo. Junto con ello, se reivindica la figura de Judas, el discípulo despreciado y traicionero, que con esto pasa a ser visto incluso como un héroe.
Antes de continuar, dos comentarios que me parecen importantes. Por lo pronto, en la Biblia, en los propios Evangelios, se relata que Jesús le dijo a Judas que sería él quien lo traicionaría. En eso, el Evangelio de Judas, podría tener algo de razón. La Biblia no niega que Jesús no haya conversado con Judas al respecto. Lo que no trata es sobre esta rogativa y petición extrema que Cristo le habría hecho. En segundo lugar, mencionar la figura de Judas. Si bien este Evangelio limpia su imagen, vale la pena meditar en que su vida fue importante para Jesús. De lo contrario, no hubiera sido escogido para integrar el grupo de los doce discípulos. Después de todo, el Señor tuvo que haber visto muchas cualidades en este hombre. La construcción histórica a través de los años, ha expuesto más bien, la imagen negra de un discípulo que se desvió. Pero en la esencia, Judas fue un discípulo del Señor y, por lo tanto, fue encomendado de igual manera a cumplir una misión. En otras palabras, no nos debiéramos extrañar tanto por lo que se intenta decir a nivel mediático. Lo importante es contrastar estas “nuevas versiones”, con lo que verdaderamente se relata en el libro sagrado. Los cuatro evangelios dan cuenta de una realidad determinada, donde Jesús es la figura central con el ministerio que desarrolló en la tierra, su obra redentora a través de la muerte en la cruz y la resurrección entre los muertos. Ésa es la base de nuestra fe. En eso hemos creído fielmente.
Quizás nos hemos preguntado, el porqué de todo esto. Pueden existir miles de explicaciones. En primer lugar, ciertas corrientes o ideas que se oponen al cristianismo y quieren colocar en duda su existencia. Y como segundo punto, está claro que detrás de esta polémica, hay una potente industria que anhela generar dinero a costa de un tema de fe. Un ejemplo de esto es lo que ha hecho la National Geographic, al exhibir públicamente el documental “El Evangelio de Judas”, con el cual ha generado una cantidad considerable de dinero y ha logrado provocar un público cautivo, sediento de conocer más y más, lo que suma y suma cantidades de dólares.
Pero, ¿qué impacto puede sufrir el Cristianismo? La verdad es que muchos sectores eclesiásticos, como la propia Iglesia Católica, se han visto preocupados ante el tema. Quizás este Evangelio de Judas, pudiera ser considerado como una agresión a una religión que congrega a miles de fieles en todo el mundo. Sin embargo, creo firmemente que situaciones como éstas, nos invitan a reforzar aún más nuestra fe. En otras palabras, descubrimientos como el Evangelio de Judas, nos incitan a reflexionar sobre lo que hemos creído y fortalecer nuestros principios y creencias. Al tener segura nuestra convicción, es imposible que nos quiten la esencia de nuestra fe o pongan en duda aquello que solamente se acepta por la fe. Y es que cuando entramos en este terreno, la razón simplemente queda atrás. Ningún manuscrito podrá cuestionar la figura de Cristo, protagonista y motor de nuestra existencia. Y eso se cree simplemente por fe. ¡Bienaventurados somos, porque no hemos visto y hemos creído!
Lo anterior no implica que nos neguemos a explorar estos hallazgos, como textos e investigaciones que revelan una realidad distinta. Al contrario. Como ciudadanos insertos en este mundo debemos ser responsables e inteligentes de tener una opinión acabada al respecto y, para eso, es necesario informarse. Como dice el apóstol Pablo, “examinadlo todo y retened lo bueno”. Si tenemos acceso a leer lo referente al Evangelio de Judas, debemos interiorizarnos de qué trata, para responder con mayor firmeza ante su propuesta. No nos podemos negar, porque estaríamos ocultando una información y censurando algo que no debiera cuestionar en absoluto nuestra fe.
Lo peor ante esto, es la autocensura y que queramos negar al resto, una información que puede ser legítima, pero no por ello, dejar de ser cuestionada. No podemos actuar como en tiempos anteriores, donde todo era retenido por las cúpulas y el pueblo no tenía derecho a voz. Con esto, sólo surge el temor y el miedo. Eso no nos puede ocurrir. Debemos atrevernos a debatir y dialogar con otros, teniendo argumentos claros de por qué creemos en Cristo y en su obra.
Sin duda, que el Evangelio de Judas, nos desafía como iglesia, como cristianos evangélicos. Nos provoca, porque debemos dejar la comodidad y atrevernos a estudiar, investigar y prepararnos. Esto es sólo una señal de que nuestra fe será puesta en prueba. Ahí está el desafío de cómo responderemos. Aprovechemos esta oportunidad. Es un momento propicio para hablar de nuestra fe.